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domingo, 8 de agosto de 2021

2 MACABEOS. CAPÍTULO I

 Carta a los judíos de Egipto

11<<Los hermanos judíos de Jerusalén y de Judá saludan a los hermanos judíos de Egipto: ¡paz y prosperidad!

2>>¡Que Dios os favorezca y se acuerde de la promesa que hizo a sus fieles siervos Abrahán, Isaac y Jacob! 3¡Que os dé a todos el deseo de adorarlo y de hacer su voluntad con corazón generoso y de buena gana! 4¡Que abra vuestro corazón a su Ley y sus preceptos, y os conceda la paz! 5¡Que escuche vuestras oraciones, se reconcilie con vosotros y no os abandone en la desgracia!

6>>Ahora mismo estamos aquí rezando por vosotros.

7>>El año ciento sesenta y nueva, durante el reinado de Demetrio, nosotros los judíos os escribimos: "En medio de la grave tribulación que nos sobrevino aquellos años, desde que Jasón y su partido traicionara la tierra santa y al reino, 8cuando incendiaron las puertas del templo y derramaron sangre inocente, oramos al Señor y nos escuchó; ofrecimos un sacrificio y flor de harina, encendimos las lámparas y presentamos los panes".

9>>Así que ahora celebrad la fiesta de las Chozas del mes de diciembre. Año ciento ochenta y ocho.>>

10<<Los habitantes de Jerusalén, de Judá, el Senado y Judas saludan a Aristóbulo, preceptor del rey Tolomeo miembro de la familia de los sacerdotes ungidos, y a los judíos de Egipto, deseándoles se encuentren bien.

11>>Salvados por Dios de graves peligros, le damos muchas gracias por ser nuestro defensor contra el rey, 12pues él expulsó a los que se habían levantado en armas contra la Ciudad Santa. 13En efecto, cuando el generalísimo marchó a Persia rodeado de un ejército que parecía invencible, fueron descuartizados en el templo de Nanea, gracias a una estratagema de la que se valieron los sacerdotes de la diosa.

14>>Antíoco se presentó allí en compañía de sus consejeros, con el pretexto de casarse con la diosa, para recibir como dote sus inmensas riquezas. 15Cuando los sacerdotes del templo de Nanea las tenían expuestas, entró él con unos pocos en el recinto del santuario; y en cuanto entró Antíoco, cerraron el templo 16abrieron la trampa del techo y acribillaron a pedradas al generalísimo. Luego los descuartizaron, los degollaron y echaron las cabezas a los que habían quedado afuera.

17>>¡Bendito sea siempre nuestro Dios, que entregó a los impíos!

18>>Como vamos a celebrar la purificación del templo el veinticinco de diciembre, nos pareció conveniente comunicároslo para que también vosotros celebréis la fiesta de las Chozas y del fuego que apareció cuando ofreció sacrificios Nehemías, el que construyó el templo y el altar; 19pues cuando nuestros antepasados fueron deportados a Persia, los piadosos sacerdotes de entonces quitaron el fuego del altar y lo ocultaron clandestinamente en una cavidad a modo de pozo seco; lo escondieron tan bien que nadie supo el sitio. 

20>>Pasados muchos años, cuando Dios quiso, Nehemías, enviado por el rey de Persia, mandó a por el fuego a los descendientes de los sacerdotes que lo habían escondido. 21Y, según nos cuentan, no encontramos fuego, sino un líquido espeso. Nehemías les ordenó sacarlo y llevárselo; y cuando ya estaban las víctimas sobre el altar, Nehemías mandó a los sacerdotes rociar con aquel líquido la leña y lo que había encima. 22Lo hicieron. Pasó algún tiempo, y el sol, antes nublado, brilló, y se encendió una llamarada que dejó a todos admirados. 23Mientras el sacrificio se consumía, todos los sacerdotes y todos los presentes oraban; Jonatán entonaba, y los demás coreaban como Nehemías. 24Este era el texto de la oración: "Señor, Señor Dios, creador de todo, terrible y fuerte, justo y compasivo, único rey y bienhechor, 25único protector, único justo, todopoderoso y eterno, que salvas a Israel de todo mal, que elegiste y consagraste a nuestros padres, 26recibe este sacrificio por todo tu pueblo, Israel. Guarda tu porción y santifícala. 27Congrega a los nuestros dispersos, da libertad a los que  viven como esclavos entre los paganos, fíjate en los despreciados y aborrecidos, para que los paganos reconozcan que tú eres nuestro Dios; 28castiga a los tiranos que se ensoberbecen insolentes; 29planta a tu pueblo en tu lugar santo, como dijo Moisés".

30>>Los sacerdotes, por su parte, cantaban los himnos. 31Y cuando se consumieron las víctimas, Nehemías mandó derramar el líquido sobrante encima de unas piedras grandes. 32Lo hicieron, y se encendió una llama, pero se consumió en cuanto brilló la luz refulgente del altar.

33>>Cuando se hizo público el suceso, y cuando contaron al rey de Persia que el sitio donde habían escondido el fuego los sacerdotes deportados habían aparecido un líquido con el que los acompañantes de Nehemías habían purificado a las víctimas del sacrificio, 34el rey, después de comprobar el hecho, mandó poner una cerca y declarar aquel sitio recinto sagrado.

35>>Cuando el rey les hacía ese favor había un intercambio de regalos entre el rey y sus favorecidos*.

36>>Los acompañantes de Nehemías llamaron a aquel líquido neftar, que significa purificación, pero comúnmente se llama nafta.

Explicación.

1,1-9 Leemos una carta dentro de otra carta, abarcando un tiempo de diecinueve años. Los remitentes son los habitantes de la capital y la provincia, Jerusalén y Judá, fórmula bien conocida después de la destrucción de Samaría. Destinatarios son judíos de la diáspora, "hermanos" según la expresión consagrada por el Deuteronomio.

Los que escriben llaman a su territorio "tierra santa", término que alude a la elección y a la presencia del Señor en el templo; es expresión que perdura hasta nuestros días. En su territorio existe "un reino", como en tiempos de la monarquía davídica; el término lo aplica el libro primero al reino seléucida. En esta denominación, la carta concuerda con la concepción del libro.

Los términos "saludan" (chairein) y "paz" son la síntesis del saludo griego y del hebreo, unión que pasará a las cartas del NT.

Todos, los de Palestina y los de Egipto pertenecen al pueblo de la alianza, son descendientes de los patriarcas, están unidos en la adoración de un Dios, el cumplimiento de una Ley, la celebración de unas fiestas, y los une la plegaria de unos por otros.

1,2-5 La súplica se compone de ocho peticiones. El recuerdo de la alianza patriarcal fue uno de los motivos del éxodo, y resuena oportunamente en el contexto egipcio: véase especialmente Ex 6,5 y también 3,6.15; 4,5.

Dos peticiones se refieren a la respuesta fiel del pueblo a las exigencias de la alianza: adorarlo equivale al primer precepto, el cumplimiento abarca el resto de los mandamientos. Como la promesa profética de Jeremías y Ezequiel anuncian un "corazón nuevo", "una ley escrita en el corazón" (Jr 31,33; Ez 36,26), los suplicantes piden que Dios transforme a los  hombres por dentro.

1,7-9 Se refieren a la persecución de Antíoco, en que se renovaron las desgracias contadas en Sal 74,7 y 79,3. Sólo que esta vez sucedió con la colaboración de judíos apóstatas (véase el cap. 4).

No sabemos por qué ese cambio de fechas: la citada fiesta se celebra en septiembre, no en diciembre (Casleu); lo que se espera es la fiesta de la dedicación del templo, que se celebra en diciembre.

1,10-2,18 Segunda carta. Se diría que esta carta la escribe un erudito a otro, comunicándole con fruición una serie de relatos que ha encontrado investigando en una biblioteca.

No conocemos el nombre del que escribe, porque se esconde tras la pirámide de remitentes, pueblo-Senado-jefe. Pero si podemos identificar al destinatario, Aristóbulo, un judío que gozaba de gran prestigio entre los judíos de la diáspora, que disertó sobre el Pentateuco, recomendando la mercancía judía a los paganos y que dedicó una obra al rey egipcio Tolomeo Filométor (181-145). Según la carta, este Aristóbulo pertenecía a una familia de sumos sacerdotes, lo cual explica su erudición.

Los diversos relatos de la carta están emparentados por el tema del templo, el altar y el fuego sagrado. El motivo de la carta, recomendar que celebren una fiesta, puede explicar la temática cúltica, pero no justifica el afán de recoger episodios curiosos.

1,11-17 El primer episodio es una versión curiosa de la muerte de Antíoco, que no coincide con las versiones ofrecidas en los libros primero y segundo de los Macabeos. Como se trata del perseguidor de los judíos, ese Antíoco tiene que ser Epífanes. Se puede pensar que su fin desastroso dio origen a diversas leyendas; y es posible que se le aplicasen a él relatos de otras muertes infamantes.

1,13-14 Los templos eran en aquella época grandes almacenes de tesoros, debidos a donaciones sucesivas y quizá a la administración conservadora de los sacerdotes. Por eso saquear templos era una actividad muy lucrativa. El recurso empleado por Antíoco tiene un aire pacífico, respetuoso y válido para legitimar la apropiación. Naturalmente, eso alejaba la irrupción militar y una escolta muy armada, y facilitaba así la estratagema de los sacerdotes. La diosa en cuestión paree ser la antigua Inanna babilónica, transformada en Istar y contaminada con otras divinidades, como Isis y Artemis.

1,16 La muerte tiene ese tono espectacular, algo teatral, que tango gusta también al autor del libro; si bien el dato de las cabezas arrojadas tiene algún parentesco con la historia de Sebá (2 Sm 20).

1,17 Impíos por el atentado contra el templo de Jerusalén; quizá para el autor también por el atentado contra el templo pagano. El término "saqueador de templos" (hierosylos) debilita su sentido en textos posteriores (Rom 2,22; Hch 19,37).

1,18-36 El segundo episodio tiene para nosotros una resonancia accidental inevitable, pues se trata de un hallazgo casual de petróleo. No eran desconocidos en la antigüedad persa esos incendios, al parecer espontáneos, provocados por bolsas de petróleo natural, que provocaban la admiración numinosa y la veneración de los habitantes. Puede ser que nuestro episodio sea adaptación de una de estas narraciones.

El interés se centra aquí en el altar de los sacrificios. El fuego tiene cierto carácter celeste; la nafta es el eslabón que establece la continuidad entre el primer templo y el segundo. El recuerdo de Elías sobre el monte Carmelo (1 Re 18) viene espontáneo a la memoria; el autor de la carta no lo cita, sino que lo hace remontar al sacrificio inaugural de Salomón.

Así resulta que Nehemías, contra los datos históricos, es el nuevo Salomón: gobernador (de la dinastía davídica, según otras tradiciones) y reconstructor del templo. Según los textos bíblicos (Zac 4; Ag 1, 12-2,5; Esd y Neh), el templo fue reconstruido por el gobernador Zorobabel y el sumo sacerdote Josué, mientras que Nehemías reconstruyó las murallas. En el libro escrito por Ben Sira (Eclesiástico) hacia 180 a.C. se definen con exactitud las funciones de los tres personajes (Eclo 49,11-13). El autor de la carta, o del escrito citado en la carta, prescinde de la tradición oficial, quizá para concentrar en una persona toda la tarea de la restauración, como se verá al final de la carta, en 2,13-15.

1,19 Transportar fuego sagrado era costumbre bien establecida en la antigüedad (recuérdese nuestra versión moderna en los juegos olímpicos). Pero esconder el fuego pensando que ha de durar es creencia peregrina; si se tratara sólo de carbones tomados del altar, la cosa sería plausible. Pero el autor quiere que nos fijemos en el fuego. (Bien diversa es la visión del fuego sacro en Ez 10,2, destinado a incendiar la ciudad prevaricadora).

1,23 La acción del sol sobre el líquido subraya el carácter celeste y milagroso del hecho; en el relato sobre Elías, el fuego celeste era un rayo, y el milagro consistía en que ardiese el agua (1 Re 18). El sacrificio adquiere así un carácter inaugural y numinoso: el Señor lo acepta.

1,25-29 La oración se compone de dieciséis invocaciones y ocho peticiones. Proclama atributos cósmicos, históricos y salvíficos. El Dios que Israel invoca es el Dios único y universal. Las peticiones tratan de que se renueve la acción salvadora del Señor, apenas proclamada, de modo que continúe la existencia del pueblo escogido.

El ideal de una reunión de todos los israelitas en la patria común es típico de las escatologías. Podía conservarse en las plegarias, pero no parece que por el momento lo adoptasen los dispersos, bien instalados en diversas regiones; en concreto, los destinatarios de la carta en Egipto.

Es fácil escuchar en la plegaria reminiscencias de salmos y de profetas.

1,25 "Creador": la idea es frecuente, el título se lee en Eclo 24,8 (poema de la Sabiduría).

"Terrible": Sal 47,2; 66,5; 87,7; tema del Sal 76, explícito en los versos 7.11.12.

"Fuerte y justo": Sal 7,11; "justo": Sal 11,8; 129,4.

"Justo y compasivo": Sal 116,5: en los salmos reales 47; 48; 95; 98.

"Bienhechor": Sal 25,8; 34,8; 52,9; 69,16; 86,15.

1,26 "Todopoderoso": el griego pantokrator traduce el Sadday de Job y el título de Sebaot en los profetas (Am, Miq, Nah, Hab, Sof, Ag, Zac, Mal y Jr).

"Eterno": el adjetivo en Is 26,4; 40,28.

"Que consagra" (o santifica): típico de Levítico y Ezequiel: Lv 21, 8.15.23; 22,9.16.32; Ez 20,12; 37,28.

1,32 El detalle indica la posición exclusiva del altar.

1,33-35 El fuego milagroso era una hierofanía o manifestación de la divinidad; en términos persas, se trataría del dios de la luz y el fuego. La manifestación del Dios consagra el lugar, y el rey se encarga de preservar el recinto sagrado. El lugar atraía devotos y peregrinos y se convertía en fuente de ganancias para el rey y para los custodios.

1,35 * O: "el rey se beneficiaba y hacía partícipes a sus favorecidos".

1,36 La interpretación de neftar no es científica; el término persa se hizo popular y es el que ha perdurado.

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