Expedición de Lisias (1 Mac 4,26-35)
111Muy poco tiempo después, Lisias, tutor y pariente del rey y jefe del Gobierno, muy disgustado por lo ocurrido, 2reunió unos ochenta mil hombres y toda la caballería y avanzó contra los judíos, con el proyecto de establecer en Jerusalén colonos griegos, 3someter al templo al pago de impuestos como los demás santuarios de los paganos y poner en venta todos los años el sumo sacerdocio. 4Ensoberbecido por las miríadas de soldados, los millares de jinetes y los ochenta elefantes, no se le ocurría pensar para nada en el poder de Dios.
5Cuando entró en Judá se aproximó a Betsur, que es una plaza fuerte distante de Jerusalén como unas cinco leguas, y la atacó.
6Cuando los del Macabeo recibieron la noticia de que Lisias estaba asediando las plazas fuertes, sollozando y llorando suplicaban al Señor, junto con el pueblo, que enviara un ángel bueno para salvar a Israel. 7El Macabeo en persona empuñó las armas el primero, y arengó a los demás, urgiéndoles a socorrer a sus hermanos, exponiéndose al peligro con él. 8Se lanzaron todos animosos, y allí, cerca todavía de Jerusalén, se les apareció, al frente del ejército, un jinete con vestiduras blancas, blandiendo armas de oro.
9Todos a una alabaron al Dios misericordioso, y quedaron enardecidos, dispuestos a derribar no sólo a hombres, sino a las fieras más feroces y a murallas de hierro. 10Avanzaban ordenadamente, teniendo un aliado celestial, porque el Señor se había compadecido de ellos. 11Se arrojaron contra el enemigo como leones, y dejaron tendidos a once mil de infantería y mil seiscientos jinetes, y obligaron a huir a los demás, 12pero la mayoría se salvaron con heridas y desarmados; el mismo Lisias se salvó huyendo vergonzosamente.
13Como no era tonto, reflexionó sobre la derrota que había sufrido, y pensando que los hebreos eran invencibles por luchar con ellos como aliado el Dios poderoso, 14les envió una embajada para proponerles un arreglo en términos justos y prometiendo persuadir al rey de la necesidad de aliarse con los judíos.
15El Macabeo, pensando en el bien común, accedió a todo lo que proponía Lisias. Y el rey concedió todo lo que el Macabeo pidió por escrito a Lisias en favor de los judíos. 16La carta de Lisias a los judíos estaba concebida en los siguientes términos:
<<Lisias saluda al pueblo judío.
17>>Juan y Absalón, vuestros embajadores, me han entregado el documento firmado y me han pedido ratificar su contenido. 18Todo lo que había que comunicar al rey se lo expuse ya, y concedí todo lo que entraba en mis atribuciones.
19>>Así, pues, si perseveráis en esa buena disposición hacia el gobierno, procuraré trabajar en vuestro favor en el futuro.
20>>He ordenado a vuestros embajadores y a los míos que traten con vosotros las cuestiones de detalle.
21>>Saludos. Año ciento cuarenta y ocho, el veinticuatro de Júpiter Corintio>>.
22La carta del rey decía así:
<<El rey Antíoco saluda a su hermano Lisias.
23>>Después que mi padre se fue al cielo* queriendo que los súbditos de nuestro Imperio puedan dedicarse sin temor a sus asuntos; 24como hemos sabido que los judíos no les gusta adoptar costumbres griegas como era el deseo de mi padre, sino que prefieren su propio estilo de vida y piden se les permita seguir su legislación; 25deseando que dicho pueblo viva sin temor, hemos determinado restituirles el templo y que vivan conforme a las costumbres de sus mayores.
26>>Así, pues, ten la bondad de enviarles embajadores y hacer con ellos las paces, para que, conociendo nuestros deseos, vivan contentos y puedan atender con gusto a sus asuntos>>.
27La carta del rey para el pueblo era ésta:
<<El rey Antíoco saluda al Senado y al pueblo judío.
28>>Nos alegramos de que estéis bien. También nosotros estamos bien.
29>>Menelao nos ha expuesto que queréis volver a vuestros hogares; 30por tanto, a los que vuelvan a casa, hasta el treinta de abril, les garantizamos la inmunidad.
31>>Los judíos podrán usar sus alimentos y sus leyes como antes, y ninguno de ellos será molestado en absoluto por infracciones cometidas por ignorancia. 32Os envío también a Menelao para que os lo confirme.
33>>Saludos. Año ciento cuarenta y ocho, el quince de abril>>.
34También los romanos les enviaron una carta, que decía así:
<<Quinto Memmio y Tito Mnaio, legados de Roma, saludan al pueblo judío.
35>>Estamos de acuerdo con lo que os ha concedido Lisias, pariente del rey, 36y en cuanto a los puntos que él determinó presentar al rey, estudiadlos bien, y después enviadnos en seguida a alguien que negociemos en provecho vuestro, ya que vamos a Antioquía. 37Por eso, enviadnos pronto algunos para que nosotros conozcamos vuestras propuestas.
38>>Saludos. Año ciento cuarenta y ocho, el quince de abril>>.
Explicación.
11 La batalla con Lisias es más importante porque Lisias ocupa un escalón más alto que Timoteo. Los resultados de la campaña suben hasta el rey y provocan además la intervención romana. El desarrollo de la batallas sigue el esquema conocido, con teofanía, pero sin ciudad de refugio. Compárese con la versión de 1 Mac 4,26-35.
11,3-4 Las intenciones atribuidas a Lisias equivalen en este libro a una vuelta a la situación precedente. Pues el autor concibe una nación independiente, una Jerusalén autónoma como capital y un templo funcionando normalmente. Nunca aclara la situación de las autoridades: parece considerar a Judas como jefe civil y militar suponer un sumo sacerdote con gran autoridad. En el fondo podría influir la concepción de Zacarías, de los dos poderes; en la superficie, la situación no está clara. En todo caso, se considera el templo fuente de pingües ingresos (como en los días, felizmente superados, de Heliodoro, cap. 3). Poner a la venta anualmente el sumo sacerdocio es a la vez un negocio económico, un modo de fomentar los bandos y de controlar la región. Es curioso que en batallas y rogativas no aparezcan sacerdotes; a no ser que el lector bíblico Eleazar (8,23) fuera sacerdote.
11,5 El texto está bastante corrompido. Esta Betsur (= Casarroca, 1 Mac 4,29) parece estar situada al sur de Jerusalé, camino de Hebrón. Lisias parece penetrar por territorio judío como en su tiempo lo hizo Senaquerib; y también él tropezará con un ángel protector de los judíos.
11,6 El ángel del Señor prometido en Ex 23,22 y mencionado en Sal 34,8; 35,6.7.
11,9-10 El título divino de 9 y el verbo de 10 nos recuerdan que estamos en el tiempo de la misericordia divina.
11,11 La comparación tiene antecedentes bíblicos (2 Sm 1,23), pero la forma adverbial es de ascendencia homérica.
11,13-38 El resultado de la batalla es una actividad diplomática convergente. No se ofrece el curso de las negaciones, pero se suponen idas y venidas, conversaciones y embajadas, que formaron la trama. Si el Menelao referido es el mismo que el sumo sacerdote del cap. 4, ha cambiado radicalmente. Quizá lo sea históricamente, pero no así en el funcionamiento del libro. En 4,50 el autor lo dejó "progresando en maldad", lo llama "el mayor adversario de sus conciudadanos"; aquí, en cambio, Menelao aparece como intercesor y mediador.
El contenido se concentra en un punto: el seguir su legislación y usar su templo: es el Estado centrado en el templo, regido por la Ley de Moisés. Es desandar totalmente el camino de Antíoco IV y volver a la tolerancia de su predecesor. La carta habla como si todos los judíos fueran de un partido: así es en la perspectiva del narrador. De la libertad religiosa se seguirá la tranquilidad (fin del régimen de temor) y la dedicación a las tareas comunes (fin de la resistencia pasiva y de las hostilidades). Las cartas están redactadas en un estilo sobrio, que lima las aristas. Aunque los judíos son meros destinatarios, son en realidad los vencedores. Y Judas figura como la autoridad que conduce y concluye las negociaciones.
11,14 Las condiciones razonables o justas que propone Lisias anulan, naturalmente, todos sus planes precedentes sobre el templo y el sumo sacerdote. De otros privilegios y exenciones de impuestos no se dice nada.
11,19 Las buenas disposiciones incluyen un reconocimiento del poder sirio y el deponer las armas.
11,23 * Literalmente: "fue a juntarse con los dioses".
11,25 "Que vivan": se trata de la vida ciudadana (politeuesthai), organizada y gobernada por la Ley revelada.
11,29-32 La vuelta a los hogares puede referirse en primer término a los que se habían echado a los montes durante la persecución; en segundo término podría incluir a los exiliados por sus tendencias helenizantes. En la perspectiva del libro el segundo caso exigiría una conversión radical.
Las ignorancias se pueden entender desde el punto de vista del rey (como en 1 Mac 13,39): se trataría de infracciones legales puramente materiales. Desde el punto de vista judío, esas ignorancias son faltas materiales contra los preceptos de la Ley, que exigen expiación cuando el autor cae en la cuenta (Lv 4; Nm 15); tendría mucha aplicación en los tabúes alimenticios. Así resulta que el texto de la carta podría leerse como una pacificación de los partidos judíos, concedida la victoria al de los "leales". Probablemente el autor del libro no comparte esa lectura posible.
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