Leyes persecutorias (1 Mac 1,45-50)
61Poco tiempo después, el rey envió a un senador ateniense para que obligara a los judíos a abandonar las costumbres tradicionales y a no gobernarse por la Ley de Dios; 2tenía orden de profanar el templo de Jerusalén y dedicarlo a Júpiter Olímpico y dedicar el de Garizín a Júpiter Hospitalario, siguiendo la práctica de los habitantes del lugar.
3El avance del mal resultaba molesto e insoportable aun para la masa; 4pues el templo estaba repleto del libertinaje y las bacanales de los paganos, que se divertían alegremente con rameras y yacían con mujeres en los recintos sagrados, y además introducían objetos prohibidos. 5El altar rebosaba de víctimas nefandas, prohibidas por la Ley. 6No se podía ni celebrar el sábado, ni guardar las fiestas tradicionales, ni confesar llanamente que se era judío. 7A su pesar, se veían forzados al banquete sacrificial de cada mes en la fecha el cumpleaños del rey; y cuando llegaba la fiesta de Baco, les obligaban a hacer una procesión en su honor, coronados de hiedra. 8A propuesta de Tolomeo*, se decretó para las ciudades griegas vecinas que actuasen igual contra los judíos, obligándoles al banquete sacrificial, 9y matando a los que no quisieran aceptar las costumbres griegas. Se estaba viendo venir la desgracia.
10Dos mujeres fueron denunciadas por haber circuncidado a sus hijos. Con los niños colgados a los pechos las pasearon públicamente por la ciudad, y luego las despeñaron muralla abajo. 11A otros, que se habían reunido en las cuevas cercanas para celebrar a escondidas el sábado, lo denunciaron a Felipe, y los quemaron en masa al no querer defenderse por motivos religiosos, por respeto a aquel día santísimo.
12Recomiendo a todos aquellos a cuyas manos llegue este libro que no se dejen desconcertar por estos sucesos; piensen que aquellos castigos no pretendían exterminar nuestra raza, sino corregirla; 13pues es señal de gran bondad no dejar mucho tiempo a los impíos, sino darles en seguida el castigo; 14pues el Señor soberano no ha determinado tratarnos como a los otros pueblos, que para castigarlos espera pacientemente a que lleguen al colmo de sus pecados; 15no nos condena cuando ya hemos llegado al límite de nuestros pecados. 16Por eso no retira nunca de nosotros su misericordia, y aunque corrige a su pueblo con desgracia, no lo abandona. 17Quede esto dicho como advertencia. Después de esta pequeña digresión, volvamos a nuestra historia.
Martirio de Eleazar
18A Eleazar, uno de los principales letrados, hombre de edad avanzada y semblante muy digno, le abrían la boca a la fuerza para que comiera carne de cerdo. 19Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia, escupió la carne y avanzó voluntariamente al suplicio, 20como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida.
21Los que presidían aquel sacrificio ilegal, viejos amigos de Eleazar, lo llevaron aparte y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y que la comiera haciendo como que comía la carne del sacrificio ordenado por el rey, 22para que así se librara de la muerte y, dada su antigua amistad, lo tratasen con consideración. 23Pero él, adoptando una actitud cortés, digna de sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde niño y, sobre todo, digna de la Ley santa dada por Dios, respondió todo seguido:
24-¡Enviadme al sepulcro! Que no es digno de mi edad ese engaño. Van a creer muchos jóvenes que Eleazar, a los noventa años, ha apostatado, 25y si miento por un poco de vida que me queda se van a extraviar con mi mal ejemplo. Eso sería manchar e infamar mi vejez. 26Y aunque de momento me librase del castigo de los hombres, no escaparía de la mano del Omnipotente, ni vivo ni muerto. 27Si muero ahora como un valiente me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo, 28para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble por amor a nuestra santa y venerable Ley.
Dicho esto se dirigió en seguida al suplicio.
29Los que lo llevaban, poco antes deferentes con él, se endurecieron, considerando insensatas las palabras que acababa de pronunciar.
30Él, a punto de morir a fuerza de golpes, dijo entre suspiros:
-Bien sabe el Señor, que posee la santa sabiduría, que, pudiendo librarme de la muerte, aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y los sufro con gusto en mi alma por respeto a él.
31Así terminó su vida, dejando no sólo a los jóvenes, sino a toda la nación, un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.
Explicación.
6 Compárese con 1 Mac 1,43-64.
6,1 Con intención programática, el autor vincula las costumbres tradicionales y la Ley de Dios. Una postura crítica les resultaba inaceptable; era precisamente lo que propugnaban los helenófilos, colaboracionistas o aperturistas.
6,2 Dado que el Dios de los hebreos se presentaba sin nombre, la operación de Antíoco intentaba identificar aquel dios anónimo con el dios supremo de los griegos: Zeus Olímpico. En términos de religiones comparadas, es lo que habían hecho los hebreos, cuando establecían a Yhwh, atribuyéndole títulos y prerrogativas de dioses cananeos. Pero ése es un punto de vista superficial: el Dios verdadero nunca aceptó entrar, ni como miembro distinguido, en un panteón polimorfo. Juzgando rectamente, la introducción del dios pagano es una grave profanación.
"Hospitalario" es el título de la divinidad que protege los derechos de hospitalidad: los sanciona haciéndolos sagrados.
6,3-7 No sabemos cuántos datos responden a la realidad y cuántos han sido introducidos por el autor para hacer más vivaz y repugnante el cuadro. El autor no habla de prostitución sagrada; se trata de libertinaje y de acceso de los paganos. El primer capítulo de profanaciones nos recuerda los orígenes (1 Sm 2,22).
6,7 No faltaban en el antiguo Israel fiestas de vendimia (por ejemplo, Jue 9,27ss; cfr. Is 16,9; 24,7-9); también existía la fiesta religiosa de las Chozas, que caía en la época de la vendimia; pero su sentido era totalmente distinto de una fiesta de Baco.
6,8 * O: "de los habitantes de Tolemaida".
6,11 Véase 1 Mac 2,29-38.
6,12-17 Esta vez, en lugar de una frase sentenciosa, el autor nos ofrece una reflexión. El principio teológico había sido enunciado ya en Gn 15,16 y recibirá una versión amplia en Sab 12. El principio vale para explicar la suerte opuesta de los judíos fieles y de Antíoco: es clave narrativa.
El valor saludable del castigo, la función del escarmiento, tiene tantos antecedentes, que sólo se pueden citar algunos pasos: Jr 10,24; 30,11; 31,18; 46,28.
6,13 Gn 15,16; Sab 12.
6,18-31 La serie de martirios comienza con la figura de un anciano venerable. Por su edad representa una tradición, a la que se ha dedicado como estudioso, "letrado", y con su conducta. Es la vieja generación presente todavía y activa en tiempos de crisis (recuérdese el esquema de viejos y jóvenes en el momento del cisma, 1 Re 12).
Desempeñan el papel de colaboracionistas algunos judíos que "presiden el sacrificio". Es decir, miembros del partido colaboracionista dispuesto a revisar costumbres de los mayores para recibir nuevos modos de vida. Estos respetan al anciano, pero en este momento, so capa de librarlo de la muerte, intentan explotarlo para su política.
El tema es en sí trivial: un tabú alimenticio (Lv 11,7; Dt 14,8), ligado a sacrificios idolátricos (Is 65,4; 66,3). Sólo que en ese punto concreto se juega toda la fidelidad a la Ley: "sacrificio ilegal", "la Ley santa", "nuestra santa y venerable Ley" (vv. 21.23.28). Los personajes de 1 Mac 2,32-41, después de una experiencia trágica, deciden luchar en sábado (quebrantar materialmente la Ley del sábado), para salvaguardar la vida según las leyes (también la del sábado). El doctor Eleazar no se halla en circunstancias de hacer casuística.
La narración es intensamente retórica: el autor, algo menos que el personaje, toma la palabra para amonestar. Son la voz de un letrado y de un escritor. Las antítesis extremas expresan lo extremado de la situación; las razones explícitas y elaboradas formulan lo ejemplar de la conducta.
6,30 Es como una apelación al Supremo Juez, una protesta de inocencia y de lealtad a Dios. Ya no es la Ley, sino la relación personal, expresada con el término genérico fobos: por la cercanía del castigo, mencionado en el v.26, el sentido de "temor" podría dominar; según la tradición bíblica, el término puede designar globalmente la actitud de respeto y reverencia. Se refiere a la sabiduría "santa", divina, que conoce las acciones y las actitudes internas del hombre.
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